Por Alejandro Pérez, estudiante de Cs de la Comunicación
En Clave ROJA
En la contratapa del diario Critica del pasado lunes 8, el profesor de Cultura Popular en la carrera de Cs de la Comunicación, Pablo Alabarces, “recogió el guante”, como él mismo dice, del llamado de Martín Caparros a que los periodistas políticos se pronuncien por quién votarán en las próximas elecciones. A excepción del mencionado Alabarces, nadie ha respondido a dicho llamado. Aunque pocos se sorprenderían de las respuestas de los principales periodistas argentinos que cubren horas y horas de radio y TV e imprimen ríos de tinta haciendo veladas (en el mejor de los casos) campañas electorales por alguno de los candidatos de los partidos patronales ¿O acaso a alguien le sorprendería el voto de Mariano Grondona por De Narváez o el de los editorialistas de Pagina 12 por el banquero kirchnerista Heller?
No obstante, no dejaría de ser un sano acto de sinceramiento que, como dice el propio Alabarces, tendería a romper el “mito independentista” de los grandes medios de (in)comunicación. Todos ellos festejan, al unísono, los salvatajes bancarios a las grandes empresas que provocaron la inmensa crisis capitalista en la que estamos inmersos, o lanzan fascistas campañas mediáticas sobre la inseguridad para que los candidatos de la derecha hagan sus campañas de mano dura y militarización de los barrios populares (de las que también se hace eco el gobierno K como hizo con el proyecto de baja de la edad de imputabilidad lanzado por Scioli) que intentan reforzar las fuerzas represivas del Estado, para estar mejor preparados para enfrentar la resistencia a la descarga de la crisis. Y ni hablar de lo que no dicen, como la inseguridad laboral en medio de la crisis o de la inseguridad de los jóvenes y pobres en los barrios a manos de la policía del gatillo fácil, de la desaparición de Jorge Julio López, de Luciano Arruga y ni hablar de las decenas y decenas de conflictos obreros censurados por los medios.
Corrido el velo de la “objetividad periodística”, Alabarces confiesa su voto por Pino Solanas para las próximas elecciones. Lo justifica contra los candidatos “tan pobres políticamente como De Narváez y Michetti, guiados por asesores que los obligan a afirmar que ´tienen ideas´ pero sin mostrar una”[1], y en pos de los candidatos de Proyecto Sur, que “no hacen otra cosa que perseverar en posiciones progresistas, democráticas y que apuestan a construcciones de izquierda”. Si la derecha “no tiene ideas” (¿no las tiene?), por oposición, Pino es el candidato de las ideas, apartado del “falso progresismo del kirchnerismo y el ibarrismo, del derechismo honestista del lilicarrismo, del sectarismo autodestructivo de otras izquierdas”. Así como, correctamente, intenta destruir el fetiche de la “objetividad periodística”, termina construyendo uno nuevo, alrededor de quién tiene las ideas.
Sin embargo, ¿Cuáles son las ideas de Pino? O mejor dicho, ya que estamos polemizando con la nota de Alabarces, ¿Cuáles son las ideas progresistas que reconoce el autor en Pino? ¿Cuál es el contenido del significante progresismo en Alabarces?
Para el docente, Pino apuesta a construcciones de izquierda, “si izquierda significa más justicia, más igualdad, más democracia”. Sin embargo, las “construcciones” de Solanas, a lo largo de la historia, estuvieron bastante alejadas de los valores que pretende atribuirle Alabarces. Veamos. En 1989 fue parte activa de la “construcción” del justo, igualitario y democrático menemismo. En 1993 votó, en calidad de diputado, la justa, igualitaria y democrática intervención en Santiago del Estero, luego de la revuelta popular en esa provincia. A fines de los ‘90 fue parte de la construcción del Frepaso, que terminó construyendo la justa, igualitaria y democrática Alianza con De La Rua que vio caer su gobierno en medio de las jornadas revolucionarias de 2001, dejando más de 30 asesinados por la represión policial. Todo un símbolo del progresismo…
Alabarces “seguro que preferiría una especie de Frente Amplio uruguayo, que incluyera a toda la izquierda: sé que Solanas lo intentó, allá por 1995, con el Frente Grande”. ¿Es esta la opción al falso progresismo de Heller e Ibarra? ¿El Frente Amplio uruguayo? ¿El de los tratados de libre comercio con la administración Bush y que tampoco avanzo un solo centímetro en el juicio y castigo a los genocidas uruguayos de la última dictadura militar? ¿El FA que hoy se encuentra en un claro giro a derecha con la candidatura del neoliberal Astori? ¿El Frente Grande que terminó en la Alianza responsable de todos los muertos del 19 y 20?
Volviendo a las ideas de los candidatos, ¿cuáles son las ideas de Pino que Alabarces reivindica sin especificar? ¿Será la alianza con la Federación Agraria (aún cuando ésta mantiene el acuerdo con la oligárquica y golpista Sociedad Rural) que llevó a Lozano a votar junto con el Pro, la Coalición Cívica, el peronismo disidente, el radical Cobos, Menem y la mesa de enlace en la votación sobre las retenciones en el congreso? ¿Será el programa para recuperar la renta minera y petrolera, pero que no habla ni una palabra de la nacionalización de las tierras de la oligarquía, de los 400 propietarios que tienen 84 millones de hectáreas? Es innegable que se deben reestatizar todas las empresas privatizadas por el menemismo; sin embargo, Pino no sólo no plantea el control obrero de estas empresas (dejándolas en manos del gobierno de turno) sino que plantea la necesidad de indemnizar a estas empresas que durante años saquearon los recursos naturales del país, amasando fabulosas ganancias en base a la superexplotación laboral. Solo la expropiación sin pago y bajo control de los trabajadores puede ser una alternativa. ¿O acaso será el programa de Proyecto Sur para la inseguridad? En donde Pino le cede a la derecha, aceptando discutir la baja de la edad de imputabilidad y no dice ni una palabra de los 9 mil policías que siguen en funciones de la dictadura y hoy son los responsables del gatillo fácil y los jóvenes desaparecidos, como Luciano Arruga.
Pese a los esfuerzos de Alabarces por demostrar lo contrario, Pino Solanas es parte de ese falso progresismo que, lejos de plantear salidas obreras y populares a las grandes penurias de los trabajadores y el pueblo pobre, terminan aliándose a algún sector de la burguesía nacional, siendo furgón de cola de proyectos patronales, como quedó demostrado en cada uno de los intentos progresistas que intentan reivindicar.
Coherente con su papel en la universidad, de funcionario de la gestión de Schuster, que se dedica a administrar la pobreza del presupuesto universitario, Alabarces intenta alentar un proyecto progresista que, lejos de ser alternativa “real”, es parte del falso progresismo que sólo puede redundar en nuevas frustraciones para la clase obrera y el pueblo. Son los estrechos márgenes de ese progresismo que no se plantea superar la miseria de lo posible. Sólo una opción de independencia política de la clase obrera, para que sean los capitalistas y no los trabajadores quienes paguen la crisis, puede ser una alternativa al Kirchnerismo y la oposición patronal. Por mucho que le pese a Alabarces…
Por ultimo, concluye el autor, “Y además, Solanas es uno de los tres mejores cineastas de la historia argentina, junto a Leonardo Favio y nunca me acuerdo quién es el tercero”. ¿Estaba hablando de Gleyzer?
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