martes, 17 de marzo de 2009

Carta abierta de un estudiante de Comunicación

La crisis capitalista mundial que azota al mundo de repente desapareció de la agenda principal de los distintos medios de comunicación. Todos se preguntarán cuál es el motivo, y si algún distraído cree que la causa es la solución de la misma, lamento decirle que no. El verdadero motivo es que nuestra “querida” diva demostró que no es ninguna tonta y con una “simple” frase logró desterrar de las tapas de los diarios la temible crisis.

“El que mata tiene que morir”, grito la “Su” a los cuatros vientos, dolida por la muerte de su allegado, Gustavo Lanzavecchia, de 42 años, asesinado durante un asalto en su casa de Lomas del Mirador. Esta fue la mecha que encendió las llamas, pero no fue todo “¡Paren con los derechos humanos y esas estupideces! al final todos los derechos los tienen los delincuentes”, agregó la “flamante” diva.

Aunque suene irreal estas frases no fueron sacadas de una película argentina de los años 70, si no que fueron emitidas por todos los medios en el transcurso de esta semana. Lo terrible es que este comentario se hizo eco en la voz de un sector de la clase media, que salió a apoyar a Susana sin reflexionar ni por un segundo de dónde viene la violencia; cuál es el desencadenante de esta situación. No podemos esconder que la violencia está en las calles, pero tampoco podemos dejar de decir que mientras vivamos en un mundo lleno de miseria donde sólo unos pocos puedan sobrevivir dignamente a costilla del trabajo ajeno (el caso de cualquier capitalista frente al trabajador), donde un puñado de países controlen el destino de otros con sus invasiones (el caso de Israel frente a Palestina), donde al salir a defender un puesto de trabajo te matan a quemarropa (el caso de Venezuela y los distintos asesinatos a obreros). En fin, en un mundo donde la mayor diferencia sea la de clases (explotadores y explotados); en un mundo así, es imposible eliminar dicha violencia.

En estos días, todos los medios se encargaron de cubrir las repercusiones de las declaraciones de Susana Giménez. Algunos criticándola, otros justificándola y en el peor de los casos apoyándola. Y no hace falta gritar a los cuatro vientos un apoyo incondicional basta con dejar las puertas abiertas a declaraciones fascistas como, “Los que matan tienen que morir, pero no estoy a favor de la pena muerte”, dicho por Sandro al periodista Beto Cassella, o la reiterada idea de Cacho Castaña de fusilar “chorros” en Plaza de Mayo, y otras tantas intervenciones de célebres personajes de nuestra cultura que no recuerdan las distintas épocas en que se uso la mano dura para “restablecer el orden”.

Me pregunto ¿Qué cambió de aquellos años? ¿Se eliminó el hambre?, ¿La miseria?, ¿Las diferencias?, ¿LA VIOLENCIA?, ¿Se restauro la justicia? Miro a mi alrededor y veo que todo sigue igual. Trabajadores pidiendo que se respeten sus derechos, estudiantes peleando en las calles junto con los docentes por mejorar la educación. Asomo mí mirada más allá de las fronteras y veo muertes por hambre, por guerras, grandes marchas criticando este sistema perverso. ¿Y la justicia? “bien, gracias”. En nuestro país los genocidas siguen libres y algunos piden pena de muerte dejando en el olvido los años de terror donde la pena de muerte, ilegal e inconstitucional, era moneda corriente.

Así los medios destacaron esta noticia dejando de lado tantas otras que muy pocas veces resaltan en sus titulares. No hablan de la inseguridad que sufren los trabajadores desde hace decenas de años, la cantidad de casos de gatillo fácil que existen, el número de niños y niñas que mueren al día por inanición, los despidos que se vienen sucediendo en el marco de la crisis capitalista internacional, la cantidad de familias que se quedan en la calle sin trabajo o son desalojadas por brigadas fascistas, etc. Esto destaca el rol de los medios en una sociedad de clases como la nuestra. Y pone de manifiesto de qué lado se paran, escondiendo bajo el manto de objetividad sus verdaderos intereses.

No cabe duda del gran poder de los medios de comunicación, ni de su gran capacidad de manipulación de la opinión pública. Estos buscan vender su imagen de la realidad, basada en una criminalización de la pobreza y naturalización de este sistema perverso como único posible. Solo con la democratización total de los medios en manos de sus trabajadores, coordinados con los usuarios puede desarrollarse un verdadero control informativo que tenga como principal objetivo la libre circulación de información.

Javier Chimenti, estudiante de Ciencias de la Comunicación de la agrupación En Clave ROJA.

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